SAL ROSA DEL HIMALAYA
El Himalaya es una cordillera situada en el continente asiático. Se extiende por Bután, China, Nepal, Tíbet, India y Pakistán, formando un arco de oste a este de 2.600 kilómetros y de norte a sur de 350 kilómetros. Su nombre procede del sánscrito y significa morada de nieves. Se trata de la cordillera más alta de la Tierra con 14 cimas de más de 8.000 metros de altura, siendo el Everest con sus 8.848 metros, la montaña más alta de la tierra. Otros “ochomil”, como el K2 (8.611 metros) y el Kanchenjunga (8.598 metros), también se encuentran en el Himalaya.
Justo en las estribaciones de las montañas más altas de la Tierra nace la sal rosa del Himalaya, una sal fósil procedente de los vestigios del enorme océano que allí había en la era secundaria, hace 200 millones de años. Su apreciada pureza original hace de la sal rosa del Himalaya única, ya que en aquellos tiempos mares y océanos no conocían la palabra contaminación.
Esta sal del Himalaya cuenta con propiedades muy beneficiosas para el cuerpo humano al ser rica en minerales y oligoelementos como el calcio, el hierro, el magnesio o el potasio.
Su sutil sabor crujiente y su delicada granulometría –no es ni sal gorda ni sal fina- realza el sabor de los alimentos, ya sean pescados, carnes, salsas o ensaladas. Además, su color rosa prueba su contenido en hierro y su procedencia: las profundas capas alimentadas por las infiltraciones minerales del magma.
La sal rosa del Himalaya responde a la moda de las sales de diseño que han aparecido en el mercado en los últimos tiempos. Ese producto de antiguos océanos sin contaminar, y enriquecida de forma natural por la filtración de agua a través del magma rico en minerales, posee, sin lugar a dudas, el don de la exclusividad.