Tenía ganas de acudir a esta casa de comidas de la que hace un tiempo había leído buenas críticas. Un lugar de cocina extremeña en Villaverde Alto, lejos, muy lejos, de las arterias mesoneras más populares de la restauración madrileña. Pues bien, lo primero que hay que decir es que Bodega La Alegría merece el desplazamiento a este populoso barrio del sur de Madrid. Su cocina, el buen trato al producto y la profesionalidad de este local merecen mucho la pena. Por la razón que sea, además, la cocina extremeña no cuenta con demasiadas direcciones fiables en Madrid. En la Villa y Corte ha habido históricamente muchos colmados con productos de esta región -aunque los nuevos usos y la competencia china están provocando el cierre de la gran mayoría-, pero restaurantes de cierto nivel, la verdad, más bien pocos.
Bodega La Alegría reivindica la gastronomía extremeña con mayúsculas. Francisco Serradilla y Rosa María Melar, oriundos de Cañamero, iniciaron su negocio hace más de 25 años vendiendo vinos de su tierra a granel, pero con el paso del tiempo hicieron evolucionar una modesta bodega hacia una barra de suculentas tapas y un restaurante de notable nivel. La segunda generación, con sus hijos Jorge y Rubén al frente, encabeza ahora la pelea. Gente joven, con ideas y proyección. Una familia que recibe con sonrisas al comensal y que en mi opinión reivindica una cocina que no tiene etiquetas, pero que me gustaría definir como la «de la buena gente». Una cocina que se precie tiene que tener amor al producto, debe mimarlo y tratar de esa misma manera al cliente. Y eso sólo es posible desde la bonhomía.
La oferta de la carta es clarividente. Cocina de toda la vida, la de los pastores y la gente de campo, pero renovada y puesta al día. Buen producto y excelente trato en los fogones. Las migas del pastor con huevo de corral son sencillamente excelentes, como sus diferentes versiones de croquetas (boletus, chipirones, jamón, cabrales y bacalao), o la Torta del Casar con pan tostado. La cecina se sirve con un helado de aceite de oliva que es una combinación acertada. También lo es la morcilla de Sotopalacios con mermelada casera de tomate. Productos sencillos, excelente materia prima y algunas pinceladas «gourmet». El chuletón de buey a la brasa -de Asturias, eso sí- es un placer con mayúsculas para el carnívoro. Secreto, pluma o brocheta de solomillo de cerdo ibérico son algunos de los cortes de la tierra de una carta corta, pero cuidada al máximo. Las patatas, finas y doradas, fritas en un excelente aceite de oliva, son museísticas. Pan de calidad, también. De una tahona cercana, me dicen.
La oferta de vinos no va a la zaga. Aquí se vende mucho vino y se nota. Riberas de Duero, como Pago de Carraovejas, interesantes Riojas, y el otro día un excelente navarro Arinzano La Casona 2008. Potente y complejo, perfecto para acompañar un buen corte de carne roja.
Los postres tampoco son aquí triviales. Caseros y trabajados. Muy buenos los helados artesanales, que hace Rosa María, como el de chocolate a la naranja y el de mantecado con piñones. Y una clásica tarta de higos, en otro guiño a la cocina extremeña que le da sentido a todo. Buen café y excelente capuchino, preparado al «estilo Harrods», que lo cortés no quita lo valiente.
Más info: www.bodegalaalegria.es
Dirección: Dr. Criado, 9, 28021 Madrid
Teléfono: 917 97 30 40
Email: info@bodegalaalegria.es