No hay una gran representación en Madrid de la gastronomía murciana, una tierra con una cocina de contrastes, de productos de la huerta y del mar, pero también de buenos vinos y embutidos. Y uno de sus estandartes en la capital desde hace ya tres lustros es El Ventorrillo Murciano, situado en ese cruce de caminos que es el mestizo barrio de Lavapiés. Ahí oficia José María Muñoz, un tipo interesante, que trabajó como actor antes que hostelero y que pensó en su día que montar un restaurante murciano en Londres podía ser una buena idea. El destino quiso que al final decidiese quedarse en Madrid y abrir esta sucursal de la cocina de su tierra en la Villa y Corte.
Lo cierto es que los que se acerquen a comer a esta dirección no se irán defraudados. Seguramente Madrid sea de las ciudades de España con mayor oferta de paellas y arroces -más ahora en su versión con bogavante que se ha puesto tan de moda- pero muchos de ellos tienen un tinte turístico del que es conveniente huir. Bien es verdad que, si hablamos específicamente de cocina murciana, la oferta se reduce aún más. En la lista están El Caldero, Los Arroces de Segis, La Panocha y este Ventorrillo que merece mucho la pena.
La carta aquí no tiene trampa ni cartón. Una oferta gastronómica basada en los productos más tradicionales de la tierra, como la mojama de atún y huevas, la ensaladilla rusa, los embutidos o la ensalada de tomate y atún ahumado. Eso en los entrantes de una carta que resulta atractiva de por sí, seguramente por el desconocimiento que en general se tiene en Madrid de la cocina murciana.
Lo cierto es que el capítulo más esperado es el de los arroces. Huertano, huertano con costillejas, con conejo y caracoles, con conejo y verduras, con verduras y bacalao, abanda y otros marineros. Una finísima capa de arroz es el secreto, claro está. Y la experiencia debe decirse que resulta plenamente gratificante. Arroces con vida propia, con mucho sabor, sin artificios, fieles a su denominación de origen.
Los postres también hacen guiños a la tierra, como esos paparajotes envueltos en una hoja del limonero que cuadran muy bien con una Mistela. En el apartado vinícola es mejor asesorarse por José María Muñoz, pero hay una predilección especial por los caldos de Jumilla, como no podía ser de otra manera.
Lástima que el escenario se haya quedado pequeño, apenas un diminuto salón y una liliputiense cocina, lo que impide la apertura a nuevos platos como le gustaría a José María, carnes y asados, que también los hay y muy buenos en Murcia.