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Martintxo

Siempre apetece asomarse a la cocina navarra, una miscelánea de colores, sabores y matices. Uno de los signos más acusados de esta gastronomía es, además de la diversidad y el atractivo de su oferta culinaria, el tratamiento, casi siempre adecuado, que se da a los productos.

Desde hace ya muchos años, los asadores y las sidrerías, más propios en origen del País Vasco, también tienen su hueco en la gastronomía navarra. Martintxo, en Cizur Menor, en las cercanías de Pamplona, fue además pionero en su género.

De gestión familiar, Martintxo, como era conocido el fundador de esta casa, Martín Elía Ansa, se asienta sobre los restos de lo que fue una panadería. Tomando como modelo el Julián de Tolosa, Martintxo fue el primer asador que se puso en marcha en Navarra en 1977.

El horno de leña de la panadería comenzó a asar cabritos, corderos y cochinillos, y se convirtió en una de las señas de identidad del restaurante, que más adelante, a principios de los años ochenta, abrió el espacio de sidrería.

Hoy en día, el concepto permanece intacto y son una legión los adeptos que se acercan a Martintxo para degustar un asado, una buena sidra guipuzcoana que sale de sus kupelas, un chuletón de buey o un pescado a la parrilla. La segunda generación de la familia Elía también sigue al pie del cañón.

En temporada alta de verduras frescas en Navarra, no podemos dejar pasar la oportunidad de tomarnos unos espárragos blancos y unas alcachofas de Tudela. Martintxo, además, dispone de ganadería y huerto propios, lo que da idea del tratamiento y la calidad del producto. Unos excelentes pimientos de piquillo al carbón dan paso a los segundos, entre los que destacan el chuletón de buey y los pescados salvajes, donde triunfan besugos, lenguados y merluzas a la brasa. Magnífico el cogote de merluza, hecho a la parrilla en su justo punto, de excelente sabor con esa mezcla de mar y carbón que tan bien sienta.

Buena selección de vinos, con prevalencia de la D.O. Navarra y un interesante “La Perdigana” de la bodega propia. Excelente sidra guipuzcoana que el comensal puede servirse directamente de las kupelas. Postres clásicos del recetario navarro, entre los que destacan el flan de yemas al caramelo, la leche frita al aroma de anís, los canutillos rellenos de crema con chocolate caliente o la cuajada de leche de oveja.

Notable pacharán, claro, como no podía ser de otra manera en esta tierra, y servicio atento.

 

 

 

 

Más info: www.martintxo.com
Dirección: C/ Irunbidea, 1 · 31190 Cizur Menor · Navarra
Teléfono: 948 180 020
Email: nuria@martintxo.com

La Parrilla de San Lorenzo

foto-albertoValladolid es una ciudad gastronómicamente de moda que aúna tradición y modernidad. Su casco histórico, en torno a la Plaza Mayor, está repleto de locales en los que disfrutar de una gastronomía que une como pocas el placer del buen comer con el culto al vino. Entre la oferta destacada de la capital castellano-leonesa en cocina tradicional, destaca La Parrilla de San Lorenzo, un asador que se encuentra situado en los bajos del “Real Monasterio de San Joaquín y Santa Ana”.

La Parrilla de San Lorenzo es un lugar con encanto que, además de disfrutar de un marco museístico, ofrece lo mejor de la cocina castellana. Sin duda, lo más destacado de este local familiar es su horno de leña, del que sale un lechazo -con Indicación Geográfica Protegida (I.G.P) de Castilla y León- sencillamente magnífico. La carta ofrece, además, un buen montón de entrantes entre los que sobresalen la ensalada de escabechados o la tulipa de hongos y foie.

En esta época del año siempre resulta una buena opción un plato para entrar en calor como la sopa castellana. La carta acoge una oferta digna de pescados, pero aquí se viene a tomar carne y la oferta es amplia: cabrito, chuletillas, chuletón de ternera, de buey, solomillo, etc. La recomendación de la casa es el lechazo de raza churra al horno de leña. Sencillamente irreprochable, de los mejores que este crítico ha comido en los últimos años. Una ensalada viene que ni pintada para acompañarlo.

Estamos en tierra de vinos, por lo que la oferta vinícola es uno de los fuertes del local, con una bodega que es una de las joyas de la corona y surtida de etiquetas de corte muy diverso. Una buena opción es el vino que elabora el restaurante, el Flores de Cerezo, un crianza de Toro a muy buen precio y muy adecuado para una comida así.

Los postres no pueden ser más clásicos: arroz con leche, tarta de queso, natillas. etc. La recomendación es otra, la tarta de las monjas, un bizcocho almibarado con trufa, según se anuncia en la carta, que recuerda en parte al ponche segoviano, pero con un punto más delicado. Las monjas, claro, no podían faltar en un lugar que ocupa parte de sus estancias y en el que aún hoy habitan. Buen café, por cierto. Servicio amable y clásico.

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Más info: www.laparrilladesanlorenzo
Dirección: Pedro Niño, 1, 47001 Valladolid
Teléfono: 983 33 50 88
Email: restaurante@laparrilladesanlorenzo.es

 

 

La Taberna de Pedro

foto-albertoMis amigos de la Asociación de Gourmets me invitaron hace unas semanas a una de sus habituales citas mensuales. En esta ocasión tocaba La Taberna de Pedro, donde oficia Pedro García de la Navarra. Cocina de temporada, muy apegada al producto, con una carta que varía en función del mercado. En esta ocasión, el menú degustación preparado por García de la Navarra contenía algunas de sus elaboraciones más tradicionales y guiños a las verduras de la huerta navarra y a la trufa.

De los vinos, que esta casa son un asunto serio -en La Vinoteca, el local anexo, oficia Luis, el reputado hermano sumiller de Pedro- se ocupó en esta ocasión Maite Corsín, periodista, enóloga y entregada al mundo del vino a través de su singular proyecto www.viajesdeuncatador.com, que pone en el mercado caldos remotos, diferentes, de uvas olvidadas. En esta ocasión, Corsín ofreció a los asistentes un relato de cada uno de los vinos, su procedencia y el porqué de la elección: Espumoso Zen, Juan García Reservado, un Francés de Castilla o Bobal de Manchuela, nombres curiosos que esconden uvas centenarias y poco conocidas para el gran público.

El maridaje de vinos con los productos ofrecidos por García de la Navarra resultó cuando menos singular. Espumoso para las entradas y tintos con sabor y cuerpo para el resto de la carta. Buena la trilogía de salazones y ahumados, sardina sobre tartar de tomate y salmón ahumado en la casa con vinagreta de aceituna arbequina y anchoa de Santoña con tomate Raf.

El siguiente plato apuntó al sobresaliente: cardo blanco con trufa, una receta delicada, plena de sabor. Sorprendentes las croquetas, una de chistorra y otra de trufa. Quizá menos singular, pero notable el pure de patata con huevo trufado.

Los dos últimos platos llevaban la firma habitual de la casa, dos clásicos, como el bacalao al ajoarriero y las albóndigas de ternera estofadas con puré de patata. De postre, panchineta casera, en otro guiño a la cocina norteña que contrasta con la buena mano que tiene García de la Navarra –sus raíces son toledanas- en platos del recetario manchego. Cocina tradicional, bien ejecutada y sin artificios.

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Más info: www.latabernadepedro.com
Dirección: Montalbán, 3, Madrid
Teléfono: 914 57 33 63

Dantxari

foto-albertoEn estos tiempos tan de cocina y tan poco de sala, hay que reconocer el trabajo de los profesionales que hacen su trabajo de un modo brillante lejos de los fogones. Y si en Madrid hay un sitio para hacerlo, ese lugar es Dantxari, donde Jesús Medina, jefe de sala y sumiller, y su hermano Manuel Medina, también jefe de sala, ofician con una maestría nada fácil de encontrar hoy día. Ya no está Eduardo Navarrina, aquel magnífico profesional ya retirado, pero se mantiene el mismo trato de siempre.

En Dantxari uno se siente como en casa. Y esa combinación es posible gracias al trabajo del personal de sala y a la cocina de inspiración vasco-navarra, antes de Ángel Alonso y ahora de Rainer Medina.

Todo es irreprochable en este restaurante de atmósfera entrañable. Desde el aperitivo que recibe al visitante a cualquiera de sus entrantes fríos o calientes. Siento especial devoción por los chipirones encebollados, excelentes.

Su versión de las croquetas de bacalao es también muy celebrada, al igual que el bacalao al pil-pil, irreprochable. Los pescados son una opción muy aconsejable en la carta de Dantxari: txangurro, rape, merluza, bacalao en diferentes versiones, etc.

En tiempo invernal, en línea con la apuesta de la casa por los platos de temporada, Dantxari ofrece al visitante opciones de cuchara que cuentan con muchos adeptos, como las alubias de Tolosa con chorizo y morcilla. Siempre atentos a la cocina de temporada, la carta varía también según la estación. En verano, por ejemplo, se ofrece un magnífico tomate de Carabaña con mojama de atún.

En el apartado carnívoro, triunfa entre los habituales su versión del solomillo al vapor con aceite de oliva virgen y pimienta.

Los golosos también tienen un buen escaparate en Dantxari, que ofrece en su carta opciones tradicionales y algunos guiños más sofisticados. El biscuit de higos es uno de mis preferidos. La tarta de manzana fina –hay que pedirla con antelación- es excelente.

La carta de vinos, de la que se encarga Jesús Medina, resulta ejemplar, una muestra más de equilibrio armónico entre cocina, sala y bodega. No acaben la comida sin pedir un pacharán, muy bueno. O un Pedro Ximénez, excelente. En cualquiera de los casos, saldrán de Dantxari con una sonrisa.

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Más info: www.dantxari.com
Dirección: Ventura Rodríguez, 8, 28008 Madrid
Teléfono: 915 42 35 24
Email: restaurante@dantxari.com

Bodega La Alegría

DSC_0480Tenía ganas de acudir a esta casa de comidas de la que hace un tiempo había leído buenas críticas. Un lugar de cocina extremeña en Villaverde Alto, lejos, muy lejos, de las arterias mesoneras más populares de la restauración madrileña. Pues bien, lo primero que hay que decir es que Bodega La Alegría merece el desplazamiento a este populoso barrio del sur de Madrid. Su cocina, el buen trato al producto y la profesionalidad de este local merecen mucho la pena. Por la razón que sea, además, la cocina extremeña no cuenta con demasiadas direcciones fiables en Madrid. En la Villa y Corte ha habido históricamente muchos colmados con productos de esta región -aunque los nuevos usos y la competencia china están provocando el cierre de la gran mayoría-, pero restaurantes de cierto nivel, la verdad, más bien pocos.

Bodega La Alegría reivindica la gastronomía extremeña con mayúsculas. Francisco Serradilla y Rosa María Melar, oriundos de Cañamero, iniciaron su negocio hace más de 25 años vendiendo vinos de su tierra a granel, pero con el paso del tiempo hicieron evolucionar una modesta bodega hacia una barra de suculentas tapas y un restaurante de notable nivel. La segunda generación, con sus hijos Jorge y Rubén al frente, encabeza ahora la pelea. Gente joven, con ideas y proyección. Una familia que recibe con sonrisas al comensal y que en mi opinión reivindica una cocina que no tiene etiquetas, pero que me gustaría definir como la «de la buena gente». Una cocina que se precie tiene que tener amor al producto, debe mimarlo y tratar de esa misma manera al cliente. Y eso sólo es posible desde la bonhomía.

La oferta de la carta es clarividente. Cocina de toda la vida, la de los pastores y la gente de campo, pero renovada y puesta al día. Buen producto y excelente trato en los fogones. Las migas del pastor con huevo de corral son sencillamente excelentes, como sus diferentes versiones de croquetas (boletus, chipirones, jamón, cabrales y bacalao), o la Torta del Casar con pan tostado. La cecina se sirve con un helado de aceite de oliva que es una combinación acertada. También lo es la morcilla de Sotopalacios con mermelada casera de tomate. Productos sencillos, excelente materia prima y algunas pinceladas «gourmet». El chuletón de buey a la brasa -de Asturias, eso sí- es un placer con mayúsculas para el carnívoro. Secreto, pluma o brocheta de solomillo de cerdo ibérico son algunos de los cortes de la tierra de una carta corta, pero cuidada al máximo. Las patatas, finas y doradas, fritas en un excelente aceite de oliva, son museísticas. Pan de calidad, también. De una tahona cercana, me dicen.

La oferta de vinos no va a la zaga. Aquí se vende mucho vino y se nota. Riberas de Duero, como Pago de Carraovejas, interesantes Riojas, y el otro día un excelente navarro Arinzano La Casona 2008. Potente y complejo, perfecto para acompañar un buen corte de carne roja.

Los postres tampoco son aquí triviales. Caseros y trabajados. Muy buenos los helados artesanales, que hace Rosa María, como el de chocolate a la naranja y el de mantecado con piñones. Y una clásica tarta de higos, en otro guiño a la cocina extremeña que le da sentido a todo. Buen café y excelente capuchino, preparado al «estilo Harrods», que lo cortés no quita lo valiente.

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Más info: www.bodegalaalegria.es
Dirección: Dr. Criado, 9, 28021 Madrid
Teléfono: 917 97 30 40
Email: info@bodegalaalegria.es

La Pequeña Taberna

DSC_0480A veces los gastrónomos buscamos pequeños tesoros escondidos en las ciudades. Se trata de un placer arqueológico encontrar esas raras joyas en medio de un ruta que también, claro está, acoge museos, palacios y calles empedradas. Algo de eso me sucedió hace poco tiempo en Murcia, una ciudad bastante desconocida, pero muy agradable, y que cuenta con una oferta gastronómica sencillamente excelente.

La Pequeña Taberna es uno de los lugares más recomendables para ir a comer si uno se encuentra de visita en la ciudad. Murcia es mar y huerta, un binomio quizá único en la gastronomía española. Allí, en un rinconcito de la capital pimentonera, a la espalda de la Catedral y cerca del río Segura, se encuentra La Pequeña Taberna, donde oficia con mano diestra Miguel López desde hace más de 30 años.

Un restaurante que se precie debe tener alguna particularidad que llame la atención. Pues bien, aquí la diferencia está en la alcachofa de la abuela, una por persona y día, según reza en la carta. Muy buena, la verdad, como las verduras a la plancha o ese aperitivo “made in Murcia” que es la marinera, anchoa y ensaladilla rusa sobre una rosquilla de pan.

El apartado carnívoro y de pescados no deja indiferente a nadie. Muy recomendable el solomillo, pero las chuletitas de cabrito resultan finas y delicadas. Excelente merluza, en su punto en la plancha. Para otro día quedarán los arroces, que también tienen aquí muchos adeptos.

Buena selección de vinos de la tierra, con esos Jumillas que relucen cada día más. Los postres, en línea con el resto de la carta, también rayan a gran altura. Estando en Murcia no hay que dejar pasar unos paparajotes, pero interesantes versiones de mousses de coco, turrón o chocolate blanco.

Hasta saben preparar buenos gin tonics. No se puede pedir más.

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Más info: www.lapequenataberna.com
Dirección: Plaza San Juan, 7, 30003 Murcia
Teléfono: 968 21 98 40
Email: lapequenataberna@gmail.com

Casa Hortensia

foto-alberto2De las gastronomías regionales españolas quizá una de las que mejores representantes tiene en Madrid es la asturiana. Restaurantes con solera, que se mantienen en el tiempo y con muy pocos altibajos en su calidad y en su clientela. Uno de ellos es Casa Hortensia, situado en el Centro Asturiano de Madrid, en una zona muy de moda, calle Fuencarral y alrededores.

Sentarse en una de las mesas de Casa Hortensia es como estar en Asturias. Tengo unos amigos de Bilbao que cada vez que vienen por Madrid cenan aquí y es gente de exigente gusto gastronómico. Hortensia es un pedacito de la cocina astur en la Villa y Corte. Su cocina es clásica, sin ningún atisbo de modernidad, ni falta que le hace. Y sus raciones son tan generosas que no se ven a menudo en las mesas madrileñas, casi siempre mucho más escuetas.

A Hortensia se viene a comer al modo tradicional y, además, hay que venir con hambre. Casi cualquier plato de la carta está garantizado, desde el queso cabrales del aperitivo hasta los postres más clásicos. La tortilla tiene ganada fama, pero es difícil errar el tiro en esta casa: en mi última visita me encantaron las almejas a la marinera y el pulpo con cachelos, en su punto justo ambos.

Las delicias de merluza –no sé cuántas van en cada plato, pero una barbaridad- son una de las especialidades, al igual que la merluza a la sidra. Las carnes, especialmente el solomillo (se sirven dos, no uno), también son una buena opción. Y destacan algunos guiños no habituales en el apartado carnívoro, como ese morcillo de ternera estofado, poco presente en los restaurantes madrileños.

Conviene no perderse la fabada, que su afamada cocinera Adela Besteiro prepara a conciencia sin que falten el lacón, la panceta, la morcilla, el chorizo y las fabes, claro está. La receta de la fabada comienza un día antes con la fabes a remojo, y la misma mañana, a primera hora, se ponen al fuego el lacón y la panceta. El resultado no puede ser mejor. Ahora, además, estamos en plena temporada alta de este plato, que tanto apetece en los meses invernales. Lo dicho también vale para los postres y vinos, muy clásicos. En definitiva, comida tradicional, sin artificios.

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Más info: www.casahortensia.com
Dirección: Calle de la Farmacia, 2, 28004 Madrid
Teléfono: 915 39 00 90
Email: restaurante@casahortensia.com

Las Estaciones de Juan

foto-alberto2En el lugar que ocupara durante muchos años Las Cuatro Estaciones, se encuentra ahora Las Estaciones de Juan, un local alejado de la decoración rústica de su hermano mayor, Casa Juan, más espacioso y moderno, pero con una carta igual de fiable. Las Estaciones de Juan practica una gastronomía tradicional, muy del gusto de los comensales madrileños y absolutamente ajena a la modernidad de eso que se hace llamar ahora cocina fusión y que en la mayoría de los casos, la verdad, no resulta.

Si conocen Casa Juan y aprecian el trato de Juan González y su ideario de inspiración vasco-navarra, no hay apenas diferencias. Seguramente es la clave para que en ambas direcciones su clientela permanezca fiel desde hace años y sea un lugar de referencia de mucha gente que visita Madrid y de tantas caras conocidas del mundo del deporte y el espectáculo.

Una carta amplia y variada, con entrantes como las anchoas de Santoña, el mousse de queso con boletus, el paté de perdiz, los huevos rotos con jamón ibérico, el revuelto de trigueros y gambas o el foie de oca a la plancha, entre otras elaboraciones, abre paso a platos como el arroz de carabineros, la sopa de pescado y marisco o una completa selección de carnes y pescados. Excelente el cogote de merluza en una carta que ofrece muchas opciones: rape a la bilbaina, bacalao al estilo chef, delicias de merluza o chipirones en su tinta. Las carnes también ocupan un lugar destacado en la carta de Las Estaciones de Juan. El chuletón fileteado que el comensal se prepara a su gusto en la mesa es canónico, pero la propuesta es variada: solomillo a la parrilla o a la pimienta, escalope milanesa, chuletas y paletilla de cordero lechal.

Una carta extensa y unos menús degustación que tienen muchos adeptos – con una selección de platos que parece no acabar nunca- es seguramente el secreto de Las Estaciones de Juan.

Los postres ofrecen un buen nivel, clásicos de siempre como el sorbete de limón, que se sirve sin cava a los niños, la leche frita y las sabrosas filloas, además de otros detalles cortesía de la casa como las tejas de Tolosa o las nueces caramelizadas. Carta de vinos amplia y pacharán y licor de orujo como epílogos.

Las Estaciones de Juan cuenta con una terraza que es un éxito cuando llega el buen tiempo. Buen y simpático servicio, no tan fácil de encontrar en estos tiempos.

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Más info: www.lascuatroestacionesdejuan.com
Dirección: Paseo de S. Fco. de Sales, 41, 28003 Madrid
Teléfono: 91 598 86 66
Email: info@lascuatroestacionesdejuan.com

Casa Pedro

DSC_0480Todavía quedan algunos barrios de Madrid con reminiscencia del pueblo que algún día fueron: Villaverde, Villa de Vallecas, Hortaleza, Carabanchel, Fuencarral… De todos quizá sea este último el que mantiene una fisonomía más reconocible. Su calle principal, Nuestra Señora de Valverde, se asemeja de veras a un pueblo castellano.

Y es en esa misma calle donde se encuentra el más que centenario Casa Pedro, un restaurante que nació como fonda y casa de comidas en 1702. Entonces era parada obligatoria de la gente que llegaba a Madrid por la carretera de Francia. En aquella época y hasta no hace demasiados años, Fuencarral era tierra de labor, de frutales y viñedos, una despensa hortofrutícola de la ciudad de Madrid. Aquel pueblo se convirtió con el tiempo en lugar de esparcimiento y excursión para las generaciones del desarrollismo franquista que buscaban en sus restaurantes comer conejo al ajillo, que entonces sabía a gloria.

Por todas esas vicisitudes y seguro que por alguna más –como la época de la Guerra Civil, en la que desapareció hasta el archivo- ha pasado Casa Pedro, un superviviente en un sector que se ha entregado a la franquicia y a la comida rápida.

El edificio mantiene su singularidad, ha sufrido algunas reformas, pero conserva su estampa de viejo asador. Pedro Guiñales reivindica el legado familiar, la cocina castellana, pero también la madrileña. De hecho, persisten algunas tradiciones seculares, como servir una rosca de pan candeal a los comensales para que la partan, que era una forma castiza, según explica Guiñales, de agasajar al invitado. El pan candeal ya no lo hornean en las panaderías de Fuencarral –lástima que se pierdan las buenas costumbres– pero lo traen de Alcobendas y sigue estando bueno.

La preocupación por recuperar platos madrileños se observa en la carta, donde no faltan los callos, las manitas de cerdo y los guisos. Una ensalada de corujas de Miraflores de la Sierra, esa planta algo amarga, pero de agradable sabor, nos recibió el otro día. Buenas croquetas y excelentes alcachofas –están en buena época– con boletus.

La tradición manda en Casa Pedro. Los asados, de cordero y cochinillo, siguen la línea del clasicismo más castellano, horno de leña y sabor eterno. Capítulo aparte merece su bodega, surtida de los mejores caldos, un homenaje a sus tiempos de parada de postas, cuando el restaurante se llamaba la «Casa de la Silvestra» y se servían vinos de garnacha o moscatel. Buen descubrimiento el Rasgo 2009, tinto de crianza D.O. Ribera del Guadiana, de la Bodega Carabal, que se ofrece como «de la casa».

Los postres son bien clásicos, claro. Tarta de queso casera, milhoja de chocolate blanco, leche frita, y en esta época, torrija, excelente por cierto. Servicio atento, también de los de antes.

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Más info: www.casapedro.com
Dirección: Nuestra Sra. de Valverde, 119 Fuencarral (Madrid)
Teléfono: 91 734 02 01
Email: info@casapedro.com

Casa Gómez

foto-alberto2En estos tiempos en los que a veces cuesta encontrar lugares de cocina tradicional a un precio razonable, da gusto visitar Casa Gómez, un restaurante secular de Cercedilla que ocupa el mismo edificio desde 1880 cuando la familia Gómez abrió allí una tienda de ultramarinos. Más cercana a nuestros días es la segunda dirección, Los Sarmientos de Gómez, en la carretera hacia Los Molinos, de la que también se ocupa la cuarta generación de la familia.

En esta ocasión nos detendremos en Casa Gómez, que está justo enfrente de la estación de tren de Cercedilla. Cualquier excusa para visitar la sierra de Madrid es perfecta en esta época del año, ya sea para dar una caminata hacia Siete Picos, recorrer el Valle de la Fuenfría o hacer el camino Schmidt. Una opción también recomendable es subir hasta Cotos en el tren de la nieve que sale regularmente en los meses de invierno desde Cercedilla. Un viaje de 40 minutos que tiene mucho encanto. Y nada mejor que reponer luego fuerzas en algún restaurante de la zona, como es el caso de Casa Gómez.

Había estado allí hace justo un año, me gustaron sus propuestas, pero entonces no probé su cocido, que forma parte del menú de fin de semana. Estamos en época de frío, temporada alta de un plato que, pese a ser típicamente madrileño, no cuenta con tantas direcciones fiables como cabría suponer. Gómez, definitivamente, es una de ellas. Lo hacen los miércoles, sábados y domingos. Y resulta una elección acertadísima siempre. En dos vuelcos, tras la sopa de fideo gordo, como tiene que ser, el segundo vuelco se presenta en una bandeja de barro en la que no falta nada, ni siquiera el relleno. Buena carne de morcillo, chorizo, morcilla de arroz y tocino, con los garbanzos en su punto justo.

La carta de Gómez presenta muchas otras propuestas y ninguna es baladí. Las croquetas caseras tienen ganada fama, cremosas y plenas de sabor. Las carnes de la sierra de Guadarrama son notables, lo que se observa en cada plato, como en el escalope de ternera servido con unas finas patatas fritas, que siempre son un buen termómetro para medir la preocupación culinaria de un restaurante. La carta no descuida los pescados e incluye otras propuestas ambiciosas, diferentes, que muestran la inquietud de la cocina de Irene Gómez, como la sopa de boletus y castañas, el queso de cabra gratinado con cerezas y tomate o el hojaldre con langosta y espárragos verdes. El otro día, formando parte del menú de fin de semana, ofrecían muy buenos calamares en su tinta.

Los postres son de corte clásico, aunque también buscan salir del sota, caballo y rey, como sucede en el caso del excelente helado de queso y miel o la finísima tarta de manzana. Buen pan y café. Vinos clásicos y servicio cordial.

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Más info: www.restaurantegomez.es
Dirección: C/ Emilio Serrano, 32 – 28470 Cercedilla (Madrid)
Teléfono: 918 52 01 46
Email: restaurantegomez@hotmail.com

restaurantegomez@hotmail.es